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Vol. 23, N.º 2, 2016

PASADO Y PRESENTE DE LA NUTRICIÓN EN ESPAÑA

29

Pero sería a partir de la década de 1920, coincidiendo

con un creciente interés internacional por el tema (22,23),

cuando la cuestión alimentaria y nutricional adquirió mayor

relevancia en el panorama sanitario español. En 1923 se

publicaba la obra de Francisco Martínez Nevot sobre

Ideas

modernas sobre alimentación

(24). En el prólogo firmado

por el profesor Gregorio Marañón Posadillo (1887-1960),

otro de los referentes destacados de la nutrición española de

la primera mitad del siglo XX, se subrayaba que se trataba

de una síntesis de las importantes novedades que habían

tenido lugar en la ciencia de la alimentación, además de

guardar “un adecuado equilibrio entre los aspectos clínicos

y los puramente químicos”. Con publicaciones como aquella

se ponía de manifiesto el creciente interés de los médicos

por los temas de nutrición. Como señalaba Marañón en el

citado prólogo, cada vez era mayor la importancia que para

el tratamiento de un gran número de enfermedades tenía el

régimen “alimenticio”, ya que “las incorrecciones cuanti-

tativas y cualitativas de la alimentación se consideraban

responsables principales de muchos estados patológicos”.

Aquel mismo año de 1923, Enrique Carrasco Cadenas

(1895-1959) publicaba, con el título

Ni gordos, ni flacos.

Lo que se debe comer

(25), un texto que tenía por objetivo

divulgar los conocimientos de la moderna nutrición y su

impacto sobre la salud de la población. El autor respondía a

tres grandes cuestiones: ¿por qué se debe comer?, ¿cuánto

se debe comer? y ¿qué se debe comer? Como se recorda-

ba en la introducción de la monografía: “la higiene debía

propagar las reglas necesarias para evitar enfermedades

ocasionadas o favorecidas por la práctica de una alimenta-

ción excesiva, insuficiente o incorrecta”.

Carrasco Cadenas fue discípulo y colaborador de Gregorio

Marañón y de Juan Madinaveitia (1861-1938), en cuyo Insti-

tuto trabajó durante varios años, dentro de la línea dedicada a

gastroenterología, endocrinología y enfermedades de la nutri-

ción. Se doctoró en Medicina por la Universidad Complutense

el 30 de mayo de 1925, con la defensa de un trabajo sobre el

Valor del metabolismo basal como prueba de diagnóstico

funcional

, estuvo becado por la Junta de Ampliación de Estu-

dios para completar su formación de posgrado sobre nutrición

y patología digestiva en algunos de los centros europeos más

prestigiosos del momento (25), y, como se podrá comprobar

a continuación, con su incorporación en 1930 como profesor

titular de la Cátedra de Higiene de la Alimentación y la Nutri-

ción en la Escuela Nacional de Sanidad (26), desempeño un

papel clave en la institucionalización que alcanzó la nutrición

en España en la década de 1930.

Los años veinte también representaron un avance impor-

tante para la nutrición infantil. En el ámbito de la puericultu-

ra, la alimentación de la primera infancia se fue configuran-

do como uno de los elementos clave para poder controlar la

mortalidad infantil y juvenil. Fueron muchas las monografías

y las obras que se dedicaron al tema, destacando las que se

ocupaban de los lactantes. Se ofrecía información sobre el

tipo de alimentos y la cronología y la forma en que debían

ser administrados. Junto al análisis de los principales tras-

tornos alimentarios, se denunciaban peligros como los que

encerraba la lactancia artificial, a la par que se incrementaba

la comercialización de las fórmulas infantiles (18).

ALIMENTACIÓN Y NUTRICIÓN

EN EL PROYECTO SANITARIO

DE LA SEGUNDA REPÚBLICA

Los años treinta del siglo pasado resultaron claves para

consolidar los avances que se habían producido en España

en materia de nutrición. Además de continuar con las líneas

que se han apuntado en el apartado previo, se abrieron

nuevos campos de estudio a los que no fueron ajenas las

políticas y las iniciativas sanitarias que impulsó la Segunda

República, siguiendo las directrices y recomendaciones de

los organismos sanitarios internacionales (4).

Desde la perspectiva de la salud pública, destacaron la

puesta en marcha de los servicios de higiene de los alimen-

tos o la ya citada creación de una Cátedra de Higiene de la

Alimentación y la Nutrición en la Escuela Nacional de Sa-

nidad. Junto a estas novedades más cercanas al ámbito de

la nutrición comunitaria, hay que señalar las aportaciones

al desarrollo de la nutrición y, en concreto, a la bromatolo-

gía y las técnicas dietéticas, que se realizaron desde otros

contextos institucionales y académicos. Jaume Pi Sunyer

Bayo (1903-2000), otro destacado miembro de la Escuela

Catalana de Fisiología, publicaba en 1930 una monogra-

fía con el título de

Principis generals de dietética

(27), y

José Sánchez Vázquez publicaba otra monografía

Sobre

la composición química de los alimentos españoles

, que

recogía los resultados de la tesis doctoral que llevó a cabo el

autor en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central

de Madrid (28).

El proyecto de construir unas tablas para la composición

química de los alimentos españoles y estudiar las modifica-

ciones que ejercían las acciones culinarias sobre ellos, repre-

sentaba una de las líneas de trabajo que desarrolló la Sección

de Higiene de la Alimentación y la Nutrición de la Escuela

Nacional de Sanidad entre 1930 y 1936 (29). Estas activi-

dades se complementaban con otras dos áreas de trabajo

relacionadas con las encuestas y los estudios de consumo y

con el abordaje de los problemas de salud asociados a una

alimentación deficiente en grupos de riesgo, además de las

actividades de formación para los futuros profesionales de la

salud pública, que, sobre las materias relacionadas con la ali-

mentación y nutrición, llevaba a cabo el profesorado adscrito

a la Sección (30). La Escuela Nacional de Sanidad de Madrid

fue pionera en incorporar en su enseñanza la nueva materia

de Higiene de la Alimentación y la Nutrición y desarrollar un

programa de investigación aplicada (26). La trascendencia

y el interés de aquella iniciativa eran subrayadas por el pro-

fesor Gregorio Marañón en 1932 (28):

“En España no se muere nadie de hambre, aun cuan-

do muchos lo padecen […] pero cada año desaparecen

antes de tiempo […] miles y miles de individuos por co-

mer de un modo contrario a las leyes de la naturaleza […]

por todo ello es preciso, ante todo, una ciencia de la

alimentación española, que no se enseña en ninguna

parte (no hay que decir que en las cátedras de Higiene

tampoco) y que ahora trata de sistematizar, con loable

esfuerzo, la Escuela Nacional de Sanidad […] esta igno-

rancia de las modalidades españolas de la alimentación