Vol. 23, N.º 2, 2016
PASADO Y PRESENTE DE LA NUTRICIÓN EN ESPAÑA
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higiene alimenticia [.] he aquí un amplio y fructífero cam-
po de estudio y actuación de nuestra higiene y sanidad:
buscar el porqué de esas tallas miserables en algunos de
nuestros pueblos, donde también las mujeres de treinta
años tienen la apariencia de más de cincuenta, arrugadas
y sin turgencia.”
Todo aquel proceso se vio interrumpido por el golpe de
estado de julio de 1936 y el estallido de la Guerra Civil. Sin
embargo, aun en contextos tan complicados como el del
propio conflicto bélico, no faltaron iniciativas relevantes en
el campo de la nutrición e investigaciones que abordaron los
problemas de desnutrición y de hambre que acompañaron
al deterioro de las condiciones de vida que sufrió la pobla-
ción española, particularmente durante la posguerra (35).
En diciembre de 1936, a petición del Gobierno de la
República, el Consejo de la Sociedad de Naciones aprobaba
la creación de una misión sanitaria para España (36). Aun-
que el objetivo inicial era valorar las posibilidades de una
acción internacional en el caso de aparición de enferme-
dades epidémicas, en el informe que presentó la Comisión
nombrada a tal efecto, se hacía mención a los problemas
de alimentación que empezaban a presentarse en la España
republicana durante los primeros meses de 1937.
Fue precisamente el agravamiento de la situación nutri-
cional lo que llevó al Ministerio de Sanidad e Instrucción
Pública a promulgar en abril de 1937 el decreto de crea-
ción de un Instituto de Higiene de la Alimentación
(Gaceta
de la República,
Núm. 297, 24 de octubre de 1937) que
pasó a dirigir un colaborador y discípulo de August Pi Sun-
yer, el catedrático de Fisiología y rector de la Universidad
de Valencia, José Puche Álvarez (1896-1979) (37). Como
se recogía en el citado decreto, el nuevo Instituto debía
“abordar uno de los problemas que en estos momentos
debe atraer más la atención de las autoridades encarga-
das de vigilar la salud de nuestro pueblo, cual es el de la
alimentación sana y eficiente del mismo”, para añadir que
era “preciso contar con asesoramientos técnicos que mar-
quen una pauta en la alimentación del pueblo, teniendo
en cuenta no solo condiciones de orden económico, sino
la obligación de mantener la nutrición de los ciudadanos
en condiciones adecuadas a su trabajo y género de vida, en
evitación de que la falta sistemática de una directriz cien-
tífica de lugar a trastornos en la salud pública que, por su
amplitud, intensidad y duración, igualen a los ya observa-
dos en pasados conflictos internacionales”. En concreto,
se le asignaban las misiones de elaborar un dictamen sobre
el estado fisiológico de la población, mediante el examen
médico, metabólico o de los exámenes complementarios
precisos; un modelo de cartilla de racionamiento “alimenti-
cio”, con indicación de la forma de subvenir a las carencias
existentes, adaptándose, en lo posible, a las diferentes
épocas del año y de acuerdo con la producción alimen-
taria nacional; un estudio de abastecimiento alimentario,
distribución y precios; y el establecimiento de normas para
diagnóstico de avitaminosis en todas las consultas públicas
y para el reparto de vitaminas a la población infantil y en
casos graves de avitaminosis.
También durante la Guerra Civil, junto a investigaciones
como las que llevaron a cabo Grande Covián y otros autores
sobre la alimentación de la población madrileña (35), o la
publicación de obras de divulgación sobre la alimentación
en tiempos de guerra, se elaboraron las primeras curvas de
peso y talla con datos españoles, a partir de la información
recogida en 5.000 fichas de lactantes obtenidas, tal y como
recordaba el pediatra José Boix Barros, “como consecuen-
cia de nuestra trágica guerra”, pero en unas circunstancias
que permitieron analizar una muestra que resultaba válida
para el conjunto de la población española (18).
DEL HAMBRE DE LA POSTGUERRA A LOS
RETOS ALIMENTARIOS Y NUTRICIONALES
DE LA ESPAÑA DEL DESARROLLISMO
El primer acercamiento científico al problema del ham-
bre durante la posguerra tuvo lugar en 1941, cuando la
Jefatura de Higiene de la Alimentación, dependiente de
la Dirección General de Sanidad, puso en marcha un primer
estudio para intentar conocer la situación “alimenticia” de
la población madrileña. Se trató de una investigación que
el profesor Carlos Jiménez Díaz calificó de superficial y
limitada (39). El estudio más relevante fue el que se inició
unos meses después en el suburbio industrial del Puente
de Vallecas en Madrid, y que contó con la participación de
miembros de la Dirección General de Sanidad, del Instituto
de Investigaciones Médicas, que dirigía el profesor Carlos
Jiménez Díaz, y de la Fundación Rockefeller (17). Para
Joan Ramón Villalbí y Rafael Maldonado (40), dicho estudio
se convirtió, por la exhaustividad y la importante mejora
metodológica que conllevaba, en el punto de partida de las
encuestas de nutrición en la España de la segunda mitad
del siglo XX.
Más allá de estas investigaciones, aunque en la Escuela
Nacional de Sanidad se continuó impartiendo un programa
de higiene de la alimentación a cargo del doctor Francisco
Vivanco Bergamín, no se recuperó el nivel de actividad que
había alcanzado la Sección de Higiene de la Alimentación
y Nutrición en los años comprendidos entre 1930 y 1936.
En los primeros años del franquismo, además del impacto
científico que supuso el exilio o la represión que sufrieron
muchos profesionales y académicos (41), no se dio conti-
nuidad a las políticas de nutrición que había empezado a
desarrollar la Segunda República (42), a pesar de que el
problema “alimenticio” en la España de la década de 1940
seguía requiriendo, como recogía Grande Covián en su libro
La ciencia de la alimentación
(43), además de una labor
educativa y una difusión de los conocimientos de la nutri-
ción que fuese capaz de mejorar los hábitos alimentarios,
una labor económica que hiciese accesibles, para las clases
económicamente peor dotadas, algunos de los alimentos
que resultaban dietéticamente importantes.
Fue a finales de la década de 1940 cuando, junto al
impulso que recibió la nutrición clínica por parte del grupo
del profesor Jiménez Díaz, de la mano de la bromatología
y en respuesta a la demanda que planteaban las exigencias
alimentarias y nutricionales de la población y los nuevos