Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  8 / 40 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 8 / 40 Next Page
Page Background

E. ROS

A

LIM.

N

UTRI.

S

ALUD

4

INTRODUCCIÓN

Tras décadas de investigación clínica y epidemiológica, no

existe ninguna duda de que la dieta influye profundamente

sobre la salud. Esto es especialmente relevante en el caso

de las enfermedades cardiovasculares (ECV), ya que tanto

el patrón dietético habitual como ciertos alimentos aislados

pueden modular la potencia de los principales factores de

riesgo: dislipemia (1), hipertensión (2) y diabetes (3). La

hipercolesterolemia, particularmente el aumento del coles-

terol LDL, es la alteración lipídica con mayor evidencia de

un efecto nocivo para el riesgo cardiovascular, y en base a

los resultados de grandes estudios clínicos controlados uti-

lizando tratamientos hipocolesteromiantes para evaluar su

grado de protección de enfermedad cardiaca coronaria (ECC)

se sugirió hace ya dos décadas que por cada reducción de

un 1 % del colesterol-LDL el riesgo disminuía un 2 % (4).

Estudios subsiguientes han confirmado la hipótesis de que “el

colesterol LDL, cuanto más bajo mejor” y han conformado la

base de las recomendaciones de sociedades científicas sobre

el tratamiento del aumento de colesterol (5,6).

La modificación del estilo de vida, particularmente la

adopción de una dieta saludable (7), es la base de la pre-

vención y tratamiento de la hipercolesterolemia tanto antes

como después de haber iniciado tratamiento farmacológico

hipolipidemiante (8). Aunque se utilice el término “dieta”

para simplificar, el mensaje para la persona a la que se da

un consejo dietético para influenciar favorablemente una

dislipemia y el riesgo cardiovascular asociado no es que

debe seguir una dieta en el sentido estricto, sino que tiene

que modificar sus hábitos alimentarios para saber escoger

los alimentos y platos saludables e intentar evitar los que

no lo son.

DIETA Y COLESTEROL

La dieta recomendable para prevenir y tratar el aumento

de colesterol es una readaptación de la dieta mediterránea

(9) y es compatible con el consumo de alimentos y menús

variados y palatables. En esencia, el consejo dietético se

dirige a limitar el consumo de ciertos alimentos y estimular

el consumo de otros, siempre manteniendo una ingesta

energética adecuada para conservar el peso ideal, para lo

cual es muy importante el ejercicio físico regular. El consejo

dietético general (10) incluye:

• 

Ingesta abundante de productos vegetales (cereales

integrales, verduras, hortalizas, legumbres, frutas y

frutos secos) y pescado o marisco.

• 

Limitación de la ingesta de carnes rojas y, sobre todo,

derivados cárnicos (tipo beicon, salchichas, embutidos,

etc.), o su sustitución por carnes blancas o volatería;

productos lácteos no fermentados ricos en grasa;

bollería y fritos comerciales, y bebidas edulcoradas.

• 

Aceite de oliva virgen como grasa culinaria principal y

vino con moderación (en bebedores habituales).

El cambio en los hábitos dietéticos de una dieta de tipo

occidental a una de tipo mediterráneo se traduce en cam-

bios determinantes de nutrientes. Respecto a las grasas, el

menor consumo de carnes rojas y derivados se asocia a una

reducción de la ingesta de ácidos grasos saturados (AGS), el

factor dietético que más influye sobre las concentraciones

de colesterol LDL (aumenta de 0,8 a 1,6 mg/dl por cada

1 % de energía procedente de AGS) (11). El ácido esteárico,

un AGS abundante en el cacao y derivados como el choco-

late, se diferencia de otros AGS como el láurico, el mirístico

y el palmítico porque no aumenta el colesterol-LDL. Si el

1 % de la energía derivada de la ingesta de AGS se sustituye

por ácidos grasos monoinsaturados (AGM) como el oleico,

constituyente principal del aceite de oliva, el colesterol-LDL

disminuye 1,6 mg/dl en promedio; si se sustituye por ácidos

grasos poliinsaturados (AGP) de la serie n-6 como el ácido

linoleico, abundante en aceites vegetales y nueces, la reduc-

ción media es de 2,0 mg/dl, mientras que si se sustituye

por hidratos de carbono, el colesterol-LDL se reduce una

media de 1,2 mg/dl (11). Sin embargo, hay que distinguir

entre los hidratos de carbono complejos, ricos en fibra, y

los simples (ricos en azúcares), ya que estos últimos son

perjudiciales para el perfil lipídico por promover aumento

de triglicéridos, reducción del colesterol-HDL y aumento

de AGS en el organismo a través de lipogénesis

de novo.

Existen evidencias crecientes de que, a pesar de contener

AGS, los productos lácteos completos y equilibrados no

sólo no aumentan la colesterolemia, sino que su consumo

regular puede ser beneficioso para el riesgo cardiovascular,

posiblemente por su riqueza en calcio y otros componentes

bioactivos (12). Los AGP n-3 de origen marino carecen de

efecto hipocolesteromiante, pero su consumo habitual con

el pescado se asocia a una reducción del riesgo cardiovas-

cular por mecanismos independientes de los lípidos séricos

(13). La sustitución de AGS por AGM o AGP también tie-

ne un efecto reductor de los triglicéridos (11). Los ácidos

grasos

trans

de origen industrial, creados por hidrogena-

ción parcial de grasas insaturadas y contenidas en diversos

productos de bollería y derivados cárnicos, son los más

perjudiciales para los lípidos séricos, ya que aumentan el

colesterol LDL de modo similar a los AGS, pero además

disminuyen el colesterol HDL (14). Desde hace unos años

ha disminuido considerablemente el contenido en ácidos

grasos

trans

de las margarinas gracias al esfuerzo de la

industria alimentaria en cumplir con recomendaciones de

salud pública para reducir su contenido en los alimentos

elaborados.

Respecto al colesterol dietético, abundante en produc-

tos cárnicos y huevos, su efecto sobre el colesterol LDL

es modesto, con un aumento de unos 2 mg/dl por cada

100 mg/día, pero también aumenta el colesterol HDL,

por lo que el cociente LDL/HDL, que tiene un alto valor

predictivo de futura ECC, no se modifica (15). Hay escasas

evidencias de una asociación entre colesterol dietético y

riesgo cardiovascular en la población general, pero se ha

sugerido un efecto perjudicial en pacientes con diabetes

(16). Globalmente los carbohidratos de la dieta tienen un

efecto neutro sobre el colesterol LDL, pero la fibra alimen-

taria, particularmente la de tipo soluble presente en ali-

mentos vegetales ricos en carbohidratos complejos, como